Vivimos rodeados de ruidos. Estamos expuestos al ruido continuamente. El tráfico, los trenes, las obras, las actividades industriales, los centros comerciales, los bares… La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como ruido cualquier sonido superior a 65 decibelios y en la ciudad es muy fácil superar este nivel. En torno al 80% de la población de grandes ciudades está expuesta de manera constante a un ruido mayor del recomendable.
La contaminación acústica supone la segunda causa de enfermedad por motivo medioambiental después de la calidad del aire. Entre los problemas que el ruido puede provocar están: estrés, ansiedad, insomnio, irritabilidad, cansancio, reducción de la atención, bajada del rendimiento, dolores de cabeza, problemas auditivos, sorderas…
Según datos de la OMS, España es el segundo país más ruidoso del mundo, sólo por detrás de Japón. Aunque no seamos conscientes, estamos rodeados de ruidos traumáticos, de entre 90 y 100 decibelios; están ahí de continuo, pero parece que nos hemos acostumbrado y que no molestan.
Sin embargo, hay ocasiones en que nuestros oídos y nuestro cerebro necesitan escapar de ese ruido constante. Nuestra propia salud nos reclama desconectar, huir del estrés que el ruido nos provoca, relajarnos y escabullirnos de la tormenta sonora, buscando la calma.
Para conseguirlo te proponemos varios consejos que pueden ayudarte a encontrar el oasis de paz silenciosa que tu cuerpo necesita:
- Puedes instalar en tu casa paneles o dobles tabiques que te ayuden a lograr una mayor insonorización acústica.
- Poner ventanas con doble cristal, o colocar dobles ventanas, aislará muchísimo tu hogar de los ruidos de la calle y del tráfico.
- Cubrir el suelo con alfombras o moquetas también contribuirá a disminuir los ruidos.
- Moderar el volumen de tus aparatos de música y televisión; escuchar música relajante y a un volumen no muy elevado, contribuirá a que te relajes.
- Sentarte en el sofá, respirar profundo y lentamente, manteniendo el aire en los pulmones por un momento y luego exhalarlo, te ayudará a calmarte y concentrarte en tu silencio interior.
- Tomar un baño tibio, con tiempo y sin prisas. Con nuestra música suave preferida de fondo, mientras enfocas tu atención en las cosas que están sucediendo en este instante. Prestando por ejemplo atención a tu cuerpo, a tu respiración. ¿Respiras rápido o lento? ¿Escuchas ruidos, como el tráfico, o solo escuchas tu música? La idea es darte cuenta de lo que sucede, sin intentar cambiarlo, aceptándolo y mejorándolo.
- Prepararte una taza de achicoria. Es una bebida aromática que no contiene nada de cafeína y que puede ayudarte a relajarte. Disfruta de su preparación, de su aroma, de su intensidad. Bébela despacio, saboreando cada sorbo, mientras te aíslas del ruido escuchando música con auriculares y piensas en cosas agradables: en recuerdos de tu infancia, en momentos de juventud, en tu destino ideal de vacaciones… transportándote a esos momentos y reviviendo esas sensaciones placenteras.
- Practicar yoga o alguna actividad física que nos permita evadirnos y fabricar endorfinas.
- Leer o escribir. Tanto la lectura que te transporta a otros escenarios, momentos y situaciones, como la escritura que te permite concentrarte y volcar todos tus sentimientos en el papel, te permiten relajarte y liberar tu mente.
- Si estás en compañía de alguien, pedirle un masaje en la espalda o en el cuello te ayudará a sentirte mejor y destensarte.
- Salir a dar un paseo o a andar en bicicleta. Huir del ruido y buscar la tranquilidad del exterior; si puedes hacerlo en un entorno natural y sosegado mejor aún.