Los propósitos de año nuevo nos suelen durar un café, bueno, a nosotros una achicoria y si es soluble mejor, sin embargo hay maneras de cumplirlos sin que supongan un gran esfuerzo. Te contamos cómo.
No ha terminado enero y ya nos damos cuenta de que no vamos a ir al gimnasio tanto como pensábamos, la cantidad de frutas y verduras que compramos hace apenas dos semanas ya se ha terminado y esta semana parece que no vamos a tener tiempo para bajar a la tienda del barrio, la actitud zen con nuestro jefe, pareja, hijos se va disolviendo poco a poco y, aunque sabemos que la ingesta desmedida de café nos pone aún más nerviosos y cada vez sienta peor a nuestro ya maltrecho estómago, ayer cayeron tres…. ¡No pasa nada! Se puede retomar si se sabe cómo.
La psicología de los propósitos
El best seller de 2012, “El Poder de los Hábitos: por qué hacemos lo que hacemos en la vida y en los negocios”, escrito por Charles Duhigg le cambió la vida, y lo sigue haciendo, a millones de personas en el mundo. No es un libro de autoayuda o motivación, es simplemente una guía práctica de lo que ocurre en nuestro cerebro cuando creamos un hábito y qué hacer para cambiarlo, el autor aporta además cantidad de casos reales en, como dice el subtítulo, la vida y los negocios.
Los hábitos se componen de tres elementos: una señal, una rutina y una recompensa. Una vez creados permiten que el cerebro descanse y se maneje en piloto automático sin tener que estar rindiendo al 100%, así, además, ahorra energía, el ejemplo más claro es el camino de regreso a casa después del trabajo, que suele ser el mismo, pero si antes de acostarnos intentáramos pensar qué ha pasado exactamente durante ese camino ese día, probablemente no lo logremos. Comprender los tres componentes del hábito ayuda a cambiarlos.
– El ciclo siempre se inicia con una señal, un disparador que transfiere al cerebro a un modo que determina automáticamente qué hábito usar, entonces llega la rutina mental, emocional o física, para, finalmente alcanzar la recompensa que ayuda al cerebro a determinar si vale la pena recordar este ciclo en particular para el futuro.
– Duhigg afirma que si se mantienen la señal y la recompensa pero se reemplaza la rutina, el cambio ocurrirá. Para eso hay que ser consciente cuando llega la señal, despertar al cerebro: me tomo un descanso a media mañana para ir automáticamente a tomar un café y un bollo… paro, me pregunto ¿tengo hambre? ¿quiero realmente un café y un bollo? Ahí rompo la rutina cerebral para que el habito acabe cambiando, probablemente no el primer día (o sí) ni el segundo, pero si sigo con mi estado de conciencia alerta, ocurrirá.
– Duhigg recomienda no sobrecargarse y elegir únicamente un hábito a cambiar, concentrando en ese propósito todo nuestro autocontrol, pues, en muchos casos, la sustitución de un hábito indeseado por uno anhelado produce un efecto dominó que afecta al resto de nuestros hábitos.
Achicoria: el gran aliado
Sobre los beneficios para la salud que proporciona la achicoria hemos hablado ampliamente en esta web, pero no sobra recordarlos y añadir otro más: es un gran aliado para cumplir los propósitos de año nuevo pues, cuando la señal del hábito no deseado se active en nuestro cerebro, el primer paso para cambiar la rutina puede ser tomarse una taza de achicoria que ayuda, de diferentes maneras, a los propósitos de año nuevo más comunes que relatábamos al principio de este artículo.
– Para los que quieren practicar algún deporte con frecuencia recordar que los efectos positivos de la achicoria en el sistema circulatorio previenen enfermedades relacionadas con la hipertensión, accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos, además de reducir los niveles de colesterol LDL.
– Para los que se han propuesto ingerir una dieta más sana que les ayude además a mantener el peso deseado o incluso a perder algunos kilos la achicoria también ayuda, pues tomarla después de comer provocará un efecto saciante además de favorecer el correcto funcionamiento del metabolismo, lo que previene la obesidad. Por otra parte, su aporte de inulina mejora la flora intestinal, evita el estreñimiento, la acidez, reduce los gases y estimula los jugos gástricos.
– Por último, para los que pierden de vista su actitud zen con facilidad o tienen problemas para conciliar el sueño, la achicoria, tomada por la noche, tiene un efecto relajante.