Numerosos estudios recientes como el de la Pomeranian Medical University de Polonia se centran en los beneficios de la achicoria para la salud, entre los más conocidos destacan los gastrointestinales pues estimula el contenido de flora bacteriana natural del sistema digestivo, los bífidos y en general los probióticos. Sin embargo, también tiene un efecto igual de potente y no tan conocido sobre la salud de la piel que sigue prácticamente el mismo principio que la del sistema digestivo. Cuando oímos la palabra microbioma siempre pensamos en el intestinal, ese conjunto de organismos que viven en nuestro sistema digestivo y ayudan al mejor funcionamiento de éste, pero también tenemos un microbioma cutáneo, que funciona igual que el intestinal y debe ser cuidado y de alguna manera alimentado para potenciar sus efectos positivos.
El componente clave de la achicoria con una gran cantidad de efectos saludables para nuestro organismo es la inulina; carbohidrato natural que es además la forma en la que las plantas almacenan su energía. En la lista de frutos y plantas comestibles que contienen inulina en mayores porcentajes la achicoria va a la cabeza, seguida por los plátanos, las alcachofas, el ajo, las cebollas y los espárragos. La inulina se alía con los microbiomas de nuestra piel, al igual que lo hace en el intestino, potenciando su proliferación, equilibrio y los beneficios saludables que conllevan. La inulina es por tanto un prebiótico, es decir, una sustancia que nutre a grupos seleccionados de microorganismos que habitan en el cuerpo humano favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas sobre las nocivas. En el caso de la piel, la achicoria potencia la hidratación, la producción de colágeno y el efecto barrera.
Al igual que nuestros músculos tiene que alimentarse, la piel tiene que beber, y no sólo en verano por la sequedad que pueden producir las altas temperaturas y la exposición al sol, sino, más si cabe, en invierno, pues el frió puede secar más que el calor. Cuando llega el invierno la piel se ve más seca y apagada, eso que a veces llamamos color mostaza, pues uno de los efectos del frío es que la piel recibe menos oxígeno. El frío del invierno hace que los vasos sanguíneos bajo la piel se contraigan para mantener el calor en el interior, por lo tanto la circulación sanguínea en la piel se reduce y recibe menos oxígeno y nutrientes causando que la epidermis esté más indefensa. El primer paso para evitar problemas es mantener la piel hidratada y como complemento a beber agua y utilizar cremas, la achicoria produce ambos efectos a la vez, pues la inulina tiene la capacidad de retener el agua, contribuyendo a la hidratación necesaria y a los niveles de humedad cutánea deseables para una piel sana.
Una de las funciones más importantes de la piel es actuar como barrera contra los agentes externos nocivos como el viento, el frío e incluso la contaminación. El microbioma de la piel es el encargado de generar esta barrera protectora y la inulina es uno de sus grandes aliados pues funciona como un prebiótico, lo que significa que es un nutriente que alimenta y promueve el crecimiento de las bacterias presentes de forma natural en la piel que deben mantenerse y desarrollarse constantemente. La insulina contribuye de esta forma a crear una película protectora en la superficie de la piel para proteger la diversidad de la microbiota cutánea y mantenerla equilibrada independientemente de los factores externos que puedan debilitarla.
La achicoria contiene además varios componentes antioxidantes, como el betacaroteno, la vitamina C o la provitamina Aentre otros. Los beneficios de los antioxidantes para la salud en general son de sobra conocidos, en el caso de la piel, principalmente preserva los tejidos del daño causado por los radicales libres. Estos son moléculas producidas por nuestro propio organismo debido a una serie de factores como puede ser la radiación solar, la contaminación, el estrés o la deshidratación celular, cuyo efecto inmediato es un envejecimiento prematuro. Los antioxidantes, en dosis adecuadas, combaten los efectos de los radicales libres, manteniendo la piel sana durante más tiempo. Además, juegan un papel fundamental unificando el tono y aportando luminosidad al rostro, reduciendo las manchas y evitando su reaparición. Otro efecto importante de los antioxidantes es que estimulan la producción de colágeno, molécula clave en la elasticidad y resistencia de la piel, presente en calidad de cosméticos.
Una taza de achicoria caliente en invierno contribuye, por tanto, a mantener la piel hidratada, reforzar la barrera protectora a nivel cutáneo, prevenir el envejecimiento prematuro y estimular su elasticidad.